En el mes de junio de 2006 y todavía con la "Betty" nos dimos una vuelta por esta Comunidad Autónoma. Nos encontramos con una región con grandes espacios naturales, muy cuidada (nada de feísmos arquitectónicos) y con grandes posibilidades a nivel turístico, que están sabiendo aprovechar. Nos queda solamente la amargura de ver como el ayuntamiento de Santander trata a los autocaravanistas, poniendo cepos en aquellos vehículos que osan aparcar en sus calles y sobrepasan las 1,8 toneladas. Para muestra un botón.
Pero en Cantabria existen lugares donde si reciben bien a los autocaravanistas. Y uno de ellos es Comillas.Llegamos a Comillas casi al anochecer y prácticamente no tuvimos oportunidad de buscar un lugar para pernoctar. Vimos entonces pegada a la costa una zona espaciosa para aparcar y con fantásticas vistas al mar. Cuando nos dimos cuenta, miramos al otro lado de la acera y nos encontramos con esto... (el cementerio de Comillas)
Las paredes del perímetro del cementerio con sus pináculos y la puerta principal son un trabajo de Lluís Domènech i Montaner, que recibió un encargo de mejora y agrandamiento hecho en 1.893. Este cementerio se construyó sobre los restos de una antigua iglesia del siglo XV y algunas de sus estructuras como ciertos arcos y paredes, se conservaron como ornamentación y también como base de una excepcional escultura de Josep Llimona i Bruguera llamada El Ángel. Algunos panteones también fueron diseñados por Domènech y esculpidos por Llimona, como el de la familia Piélagos. Os puedo asegurar que de noche semeja un escenario de película de terror, pero también os digo que no tuvimos pesadillas (jejeje).
Al día siguiente, iniciamos nuestra ruta por el pueblo. Y lo primero que nos encontramos es el fantástico Palacio de Sobrellano, inagurado en 1888 y que recuerda a obras arquitectónicas del Gótico Inglés o a la fisonomía de los palacios venecianos.

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